jueves, 27 de enero de 2011

Colorantes y aromatizantes en los alimentos.


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Todos los días los tomamos sin darnos cuenta en las comidas y es difícil no consumir alguno, ya que la mayoría de alimentos los llevan de una forma u otra.

Los primeros aditivos que conoció la humanidad fueron la sal y el vinagre, conservantes usados desde la antigüedad hasta nuestros días. Con el tiempo, el hombre investigó y desarrolló una infinidad de sustancias para conservar y mantener el sabor, el olor y el color de los alimentos.

Cómo reconocer los aditivos
En la Unión Europea, los aditivos alimentarios autorizados se designan mediante un código formado por la letra E seguida de dos a cuatro cifras.

Colorantes naturales
Caramelo E-150. Componente habitual de las bebidas de cola, ron, coñac, caramelos, cervezas, helados, productos cárnicos, sopas preparadas, etc. Este componente puede tener un efecto laxante en algunas personas.
Colorantes artificiales
Tartrazina E-102. Se usa en repostería, helados, caramelos, golosinas y bebidas refrescantes, para producir un color amarillo limón. Puede producir una reacción adversa en personas alérgicas. Se la relaciona con casos de hiperactividad infantil. Sin embargo, estos estudios no han sido confirmados y se cuestiona su veracidad. Las personas asmáticas también pueden experimentar algunos síntomas tras el consumo de este aditivo, ya que actúa como un agente liberador de histamina.
Amarillo anaranjado E-110. Se usa en refrescos de naranja, helados y caramelos. Algunos especialistas consideran que en algunos casos puede provocar reacciones alérgicas y trastornos del comportamiento infantil.
Rojo E-124. En España, algunos fabricantes lo usan para colorear el chorizo. Se ha indicado el posible potencial cancerígeno en algunos experimentos de laboratorio realizados con animales.
Eritrosina E-127. Es el colorante de los lácticos con aroma de fresa, caramelos, patés de atún o salmón y derivados cárnicos. No se aconseja para personas con problemas de tiroides por su alto contenido en yodo.
Conservantes
Son agentes imprescindibles para garantizar la protección de los alimentos, conservando las propiedades y defendiéndolos de los ataques de microorganismos.

Sulfitos E-220, E-221, E-222, E-223, E-224, E-226, E-227, E-228. Usados en conservas vegetales, mostos, vinos, sidra, vinagre, cerveza, aceitunas, etc. Pueden producir algún síntoma alérgico a personas que padezcan asma.
Antioxidantes
Se utilizan para ayudar a preservar los alimentos. La exposición al oxígeno y la luz del sol son los dos factores principales que causan la oxidación de los alimentos, así que estos son preservados manteniéndolos en la oscuridad y sellándolos en envases.

Las moléculas más comunes atacadas por la oxidación son las grasas no saturadas, que se vuelven rancias. Los lípidos oxidados se descoloran a menudo y tienen un gusto desagradable con sabores metálicos o sulfurados, por lo que es importante evitar la oxidación en alimentos ricos en grasas.

Emulsionantes
Destinados a mejorar la textura y cremosidad de algunos alimentos.

Sustitutos naturales del azúcar
La stevia, una planta que endulza sin aportar calorías
Lecitina E-322. Un derivado de la soja, se usa en repostería, chocolates, galletas, pastelería, caramelos o cacao en polvo. No tiene efectos nocivos ni alérgicos, y la afirmación que mucha gente hace de que ayuda a adelgazar es falsa.
Potenciadores de sabor
Este aditivo no aporta sabor al alimento, sino que realza el que el alimento ya tiene, proporcionando al paladar una sensación de cuerpo y viscosidad.

Ácido glutáminico y glutamatos E-620, E-621, E-622, E-623, E-624, E-625. Usados en sopas, salsas y guarniciones.
Ácido guanilínico, guanilatos, ácido isonímico e inosinatos E-626, E-627 E-628, E-629 E-630, E-631 E-632, E-633. Veinte veces más potentes que los glutamatos, usados en derivados cárnicos, fiambres, patés, bollería, sopas de sobre y salsas. Deben evitarlos las personas con exceso de ácido úrico.
Edulcorantes bajos en calorías
La preocupación por el peso y el culto al cuerpo han hecho florecer la industria de los edulcorantes no calóricos.

Ciclamato E-952. Sospechoso en los de actuar como cancerígeno, se sigue usando en bebidas carbónicas y yogures edulcorados. Como precaución deberían abstenerse de consumirlo niños y mujeres embarazadas.
Sacarina E-954. Se usa como edulcorante no calórico, y en medicina cuando está contraindicada la toma de azúcar. Se emplea en la elaboración de bebidas refrescantes, en yogures edulcorados y en productos dietéticos para diabéticos.
Aspartamo E-951. Un edulcorante no calórico descubierto en 1965 y comercializado en los 80. Numerosas organizaciones nacionales e internacionales han evaluado la inocuidad del aspartamo y un comité internacional de expertos ha establecido un nivel de Ingesta Diaria Admisible (IDA). Sin embargo, ciertas voces han reabierto el debate sobre los riesgos que el aspartamo pudiera representar para la salud.
Ventajas que nos ofrecen los aditivos
Evitan que los alimentos se deterioren, pierdan color y firmeza y se alteren provocando intoxicaciones alimentarias.
Mejoran el aspecto y el aroma de la comida.
En algunos casos son unos buenos sustitutos para determinados pacientes, o complementos en dietas de adelgazamiento.
Desventajas que nos ofrecen los aditivos
Pueden estar destinados a disimular la escasa calidad de algunos alimentos, potenciando su sabor, color o aroma.
Pueden representar algún riesgo para la salud, provocando reacciones adversas a determinados aditivos sintéticos.
En algunos casos ciertos aditivos han sido considerados como posibles agentes cancerígenos, alérgicos o desencadenantes de la hiperactividad infantil.
Productos naturales y ecológicos
Es importante, pues, saber lo que se come y si perjudica la salud. Muestra de ello es que en estos últimos tiempos han aumentado el numero de establecimientos que se dedican a la venta de productos naturales y ecológicos, cobrando estos alimentos a un precio superior al de mercado. Pero el producto que venden es más sano, y a mucha gente no le importa pagar más dinero, ya que la salud es lo que está en juego.



Leer más en Suite101: Aditivos, colorantes y conservantes en los alimentos http://aditivos.suite101.net/article.cfm/aditivos-colorantes-y-conservantes-en-los-alimentos#ixzz1CEiu0ZX6


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El origen y uso de aditivos alimentarios e industriales



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El origen y uso de aditivos alimentarios
e industriales

Los viejos hábitos alimenticios y el temor a "perderse algo" son barreras que impiden aún a la sociedad en general adoptar una ética dietética y elegir el camino de la salud a través del veganismo, pero incluso cuando nuestras convicciones nos permiten fácilmente rechazar las grasas saturadas, el colesterol y las demás sustancias nocivas animales, a veces identificar y eliminar los aditivos y colorantes de origen animal, suele ser mucho más complejo.
En la antigüedad los alimentos se conservaban con humo, sal, vinagre o especias. En la actualidad, la sociedad de consumo, junto con la colaboración interesada de las industrias químicas, nos incita a consumir cada vez más productos manufacturados que -aunque dejen mucho que desear en cuanto a valor nutritivo y características originales-, garantizan el aspecto, y facilitan la preparación, conservación, almacenamiento o el transporte de tales productos, enmascarando también la falta de algún ingrediente o su baja calidad: colorantes para dar incluso al producto un color mejor que el original, emulsionantes, estabilizantes y espesantes para mantener la textura, antioxidantes para evitar la oxidación o cambio de color, saborizantes, para mejorar el sabor de algo insípido y desagradabe, y conservantes con el fin de retrasar su descomposición.
Además de la relación de los aditivos con la industria alimentaria, su uso también está estrechamente relacionado con la proliferación de productos químicos: artículos de limpieza, cosméticos, medicamentos, textiles, pesticidas, y contaminantes de origen industrial, entre otros.
Para la ética vegana el hecho de testar los aditivos en animales es una razón de más para cuestionarlos y rechazarlos, lo cual además de no garantizar su inocuidad los hace aún menos fiables y más peligrosos.
Se entiende que los plaguicidas o pesticidas, no se consideran aditivos propiamente dichos sino sustancias contaminantes añadidas a la composición original de los alimentos de un modo accidental, cuya composición exacta se desconoce. Lo único que se puede decir es que los aditivos o aderezos de origen natural suelen ser más inocuos que los de síntesis.
Dejando aparte los aspectos relativos a la fiabilidad de estos ingredientes -de importancia vital para la salud-, la práctica del veganismo nos reta a descubrir qué productos de consumo contienen sustancias animales -la industria alimentaria emplea unos cuatro mil aditivos distintos-, cuyo origen puede ser cualquier parte del cuerpo o extracto de un animal, (carne, músculos, glándulas, pezuñas, pelo, etc.); productos obtenidos de insectos como la abeja, o de los huevos y partes grasas de la hembra del insecto Coccus cacti o cochinilla, de apariencia similar a la garrapata, que se mata en agua caliente para obtener el carmín de cochinilla o colorante alimentario (E-120) que se utiliza principalmente en charcutería, yogures de fresa y bebidas alcohólicas; los derivados de los huevos y la leche; de origen mineral o sintético, o de origen totalmente vegetal, los únicos éticamente aptos para el consumo humano.
Los productos provenientes de los animales a menudo se presentan bajo nombres que no reflejan la naturaleza real del producto, como "la jalea real", eufemismo que describe las secreciones glandulares de las abejas, igualmente, el origen de los "saborizantes naturales", o "colorantes autorizados", puede no ser otro que un insecto machacado, el mineral de una mina de carbón, o quizá una zanahoria. Hasta las pobres vacas han dejado de ser animales herbívoros, como corresponde a su naturaleza, al haber sido forzadas a consumir despojos de matadero mezclados con el pienso para abaratar los costes de producción de carne o leche.
Pero nadie se salva de las graves consecuencias derivadas de la modificación de la naturaleza de los alimentos: ni las vacas locas, que sufren la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) -por consumir harina de carne y de huesos infectada-, debido a la avaricia y la insensatez humana, ni quienes -habiendo perdido su sentido de la estética, o sentido común- ponen en peligro su salud y su vida siguiendo los interesados consejos de los "expertos" oficiales, arriesgándose a contraer la enfermedad de Kreutzfeldt-Jakob -el equivalente humano de la EEB que sufren las vacas-, u otras enfermedades nutricionales, alimentándose de productos contaminados procedentes de cadáveres de animales, que nunca debieron ser considerados aptos para el consumo humano.
El peligro de los aditivos o ingredientes usados en los productos de consumo radica en que a menudo se trata de sustancias extrañas al organismo no investigadas en seres humanos y, aunque la mayoría sean cancerígenas en altas dosis, se desconoce el efecto epidemiológico de varias juntas, habiéndose constatado solamente las siguientes reacciones: asma, alergias, hiperactividad en los niños, nauseas y vómitos, dolores de cabeza, erupciones cutáneas, hinchazones, visión borrosa, etc. Para tratar de reducir estos riesgos y contrarrestar los efectos cumulativos nocivos de los agentes cancerígenos en los productos de consumo y en el mismo aire que respiramos, aparte de la necesidad de fortalecer nuestro sistema inmunológico consumiendo más alimentos frescos naturales, debemos acostumbrarnos a comprobar los ingredientes de los productos que compramos y consultar una guía europea de aditivos (precedidos de la letra E), para conocer su origen -animal, mineral o vegetal- y su composición.
 Los colorantes (de E100 a E199). De origen natural y artificial, utilizados en confitería, refrescos, pastelería, quesos, mantequilla, margarina, frutas envasadas, etc. Exceptuando los colorantes obtenidos de los insectos, como el E 120, su origen suele ser sintético: derivados minerales de la hulla o el petróleo, o natural, derivados de plantas: clorofilas, carotenoides, cúrcuma, etc. A pesar de las declaraciones de los fabricantes y distribuidores, el El0l, El0la, y el E153, pueden ser derivados de origen animal.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) considera que los colorantes son inadmisibles, engañosos e inútiles.
Los conservantes (de E200 a E299) evitan o retardan la fermentación, enmohecimiento o putrefacción del alimento causado por los microorganismos.
Los alimentos se han conservado tradicionalmente con el humo, encurtiéndolos o salándolos. Uno de los conservantes más utilizados es el dióxido de sulfuro, de origen mineral, que se añade a la cerveza, el vino, jugos de fruta, mermeladas y vegetales secos y enlatados. Entre otros conservantes se encuentran: el ácido benzóico, benzoatos, propionatos y sorbatos. Los alimentos también se conservan congelados, secos o pasterizados, aunque su calidad no es comparable con la de los productos frescos. A pesar de ser cancerígenos en dosis altas, el uso de nitratos y nitritos en la conservación de carnes y embutidos, se justifica para evitar la enfermedad mortal del botulismo. Los conservantes: E203, E213, E227, E270 y E282, pueden ser derivados de origen animal.
Los antioxidantes (E300-E321) evitan que los alimentos se oxiden y se pongan rancios. Las vitamina C y E son antioxidantes naturales, aunque se suelen emplear otros sintéticos y más baratos como el BHA (Butil-hidroxi-anisol) o E320, y el BHT (Butil-hidroxitoluol) o E321 (que producen problemas toxicológicos), la lecitina obtenida generalmente de la soja, los cacahuetes, el maíz o la clara de huevo, los galatos, el tocoferol (vitamina E). Son normalmente de origen mineral o vegetal, se añaden a los productos de la fruta, en forma de ácido ascórbico, a los aceites y grasas, las patatas fritas, las galletas, los cereales para el desayuno, las sopas preparadas, el vino y la cerveza.
Los emulsionantes, espesantes y estabilizantes (entre E322 y E499), se utilizan para dar consistencia a un producto que no la tiene, o para disimular la falta de un ingrediente básico como el aceite en la mahonesa, o permitir que los aceites se mezclen con el agua en las margarinas, cremas, salsas, dulces, pasteles y postres. Se obtienen de varios productos vegetales, animales y minerales: la judía del algarrobo, las algas, alginatos, pectinas, las lecitinas, los ácidos grasos derivados de las grasas, mayormente animales, y también sintéticos. Los siguientes pueden ser derivados de origen animal: E322, E325, E326, E327, E333, E341(a), E341 (b), E341 (c), E404, E422, E470, E471, E472 (a), E472 (b), E472 (c), E472 (d), E472 (e), E473, E474, E475, E476, E477, E481, E482, E483.
Los edulcorantes (E420, E421 y de E950 a E960). Sacarina, ciclamatos y sorbitol son los más frecuentes y sus efectos no se conocen perfectamente todavía, aunque no se consideran aptos para el consumo infantil.
Potenciadores de sabor (de E620 a E640). Aumentan los sabores del alimento -tradicionalmente se han usado: la sal, las especias, el azúcar y el vinagre -. El glutamato monosódico es el más conocido y se obtiene mediante un proceso de hidrólisis a partir de los cereales, la remolacha o las judías de soja. Se añaden a los productos industriales por ser insípidos y de peor calidad.
Según la OCU, los que van del E620 al E623, además de engañar al paladar, pueden ser tóxicos. Las sopas deshidratadas, los sazonadores para carne y pescado, los aperitivos salados, la charcutería o las croquetas congeladas, son los preparados que más glutamato contienen. Si se supera un gramo de glutamato diario puede sufrirse el llamado síndrome del restaurante chino, que provoca distintos problemas gastrointestinales, visión borrosa, dolores de cabeza, debilidad, diversas patologías, sudoración y enrojecimiento.
Además de los aditivos hay una gran cantidad de productos, vitaminas o derivados de animales que se añaden a los alimentos y productos de consumo que también debemos evitar, como los siguientes ejemplos:
1. La gelatina, obtenida de los huesos, cartílago y piel de vacas y cerdos, se encuentra en pastelería, dulces, yogures, cosméticos, en la envoltura de las vitaminas, película fotográfica, etc.
2. La glicerina animal -como el glicerol E422 derivado de la industria jabonera -, se encuentra en las pastas de dientes, jabones, cosméticos, lubricantes, etc. También se consigue del petróleo.
3. La vitamina A puede ser de aceite de hígado de pescado, yema de huevo, mantequilla, o del caroteno de las zanahorias; la vitamina B-12 se obtiene habitualmente de hígado animal, pero la sintética es vegetal, aunque viene en una cápsula de gelatina animal; la vitamina D se obtiene exponiéndose brevemente a la luz solar; la D2 (ergo-calciferol) es vegetal y se obtiene irradiando ergosterol, una provitamina de las plantas o la levadura, pero la D3 (chole-calciferol) se deriva del aceite de pescado o de la lanolina, la grasa que contiene la lana de las ovejas. Estas vitaminas se usan en las comidas preparadas y en suplementos alimenticios.


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Informacion extraida de: http://www.ivu.org/ave/aditivos.html


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lunes, 13 de diciembre de 2010

ALERGIA A PÓLENES MITOS Y VERDADES ESPECIES NO ALERGÓGENICAS






El propósito de esta sección es informar acerca de diferentes especies vegetales muy conocidas y de escaso o nulo valor alergológico, principalmente debido a que el polen es entomófilo, es decir, transportado por insectos  (abejas, abejorros, colibrí, mariposas, etc). Obsérvese que generalmente tienen flores llamativas, de colores vistosos. Justamente, al tener pólenes relativamente pesados para ser transportados por el viento, deben atraer a los vectores animales para su reproducción mediante hermosas flores. Podríamos acordarnos la regla: “en cuanto mas linda es la flor, menos probabilidad de alergia”.




Informacion extraida: http://www.slaai.org/


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Acaros y Alergia




Los ácaros son unos artrópodos, que se pueden encontrar en diferentes ambientes, entre ello el Polvo Doméstico. Son reconocidos como los responsables de las alergias al polvo doméstico desde finales de los años 60.
Son animales emparentados con las arañas, tienen un tamaño de menos de 0,3 mm., por lo que solo son visibles al microscopio.
Las especies que con mayor frecuencia producen alergia son las del género Dermatophagoides y deben su nombre al hecho de su fuente predilecta de alimento son las escamas de la piel humana (del griego dermatos = piel; phagos = comer è "comedores de piel"). Por ello, donde más suele haber porque es donde más alimento encuentran es en los colchones. Pero también pueden alimentarse de esporas de hongos, granos y harinas de cereales, etc. Se encuentran especialmente confortables cuando la temperatura es templada (alrededor de 20º C) y la humedad relativa es elevada (por encima del 70%). Un ambiente con una humedad inferior al 50-60% limita extraordinariamente su presencia. Por ello son muy abundantes en regiones templadas costeras, y su presencia es rara en zonas montañosas y secas, especialmente por encima de 1500 m. de altitud. Es por ello también que la concentración de ácaros en las casas aumenta durante las épocas de cambio estacional (primaveras y otoños), con lluvias y temperaturas suaves, y suele disminuir durante los veranos (clima seco y caluroso) e inviernos (clima seco y frío). Ello explica que los niños alérgicos a los ácaros se pongan peor precisamente en las épocas de cambio estacional y que, con frecuencia, "anuncien" los cambios de tiempo con una envidiable precisión.
Los alérgenos de los ácaros que con más frecuencia producen alergia se encuentran en las heces de estos animales, y también en el cuerpo




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martes, 7 de diciembre de 2010

los kiwis



Para los alérgicos no todos los kiwis son iguales acaba de demostrar un estudio realizado por científicos de varios países.


Los investigadores comprobaron que los kiwis dorados y otras variedades ya comercializadas o que saldrán al mercado en el futuro desencadenan menos reacciones alérgicas que la variedad más habitual de piel marrón-verdosa y pulpa verde.


Pero cuidado, como siempre y especialmente tratándose de alergias alimentarias hay que ser prudentes, esperar estudios que confirmen estos hallazgos y siempre consultar al médico.

 

Alergias y Asma: primavera 2010



Rinitis alérgicas y alergias.......
Para muchas personas, el control de la rinitis alérgica se logra planificando correctamente el jardín.
Aunque para otros, estas medidas no son suficientes y la felicidad de estar al aire libre puede convertirse rápidamente en estornudos, picazón de ojos y congestión.
Antes de comenzar la plantación, un médico especialista en alergia puede determinar que  plantas activan sus reacciones alérgicas, para después evitar plantarlas en su jardín
Si su alergólogo llega a la conclusión que tiene alergias al polen, hay ciertas flores, árboles y arbustos que producen menos irritación polínica manteniendo la diversidad de color y variedad en su jardín




http://www.clinicadealergia.com.ar/?gclid=CMyskeuN2qUCFUxj7AodzgL4kA

 

Calidad Alimenticia





Vigilancia de alérgenos

De los 14 alérgenos reconocidos por ley, solo se han establecido niveles de seguridad en tres de ellos: gluten, lactosa y sulfitos

En la actualidad, los alérgenos reconocidos por ley que deben figurar en las etiquetas de los alimentos son 14, ya sean ingredientes o alimentos alérgenos. De esta manera, se asegura que el consumidor pueda ingerir todos los alimentos sin complicaciones. Estos 14 alérgenos son los más comunes como causa de alergias en la población europea y su base legal se centra en el dictamen de 1997 del Comité Científico de la Alimentación Humana de la Comisión Europea.
El etiquetado también está supeditado a una norma que establece que el contenido de estos 14 alérgenos en los alimentos se debe declarar en la etiqueta, tanto si se utilizan como ingredientes, aditivos, diluyentes de aditivos o coadyuvantes tecnológicos. La normativa al respecto establece que las empresas también deben tener en cuenta estos alérgenos en todos los planes de Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico (APPCC) correspondientes y, de esta manera, asegurar la comercialización de alimentos seguros. Tras varios estudios realizados en este campo, aún no se ha podido determinar un nivel de seguridad de 11 de los 14 alérgenos actuales por debajo del cual no haya restricciones adversas en las personas sensibles a ellos. Por el contrario, en los tres restantes (gluten, lactosa y sulfitos), sí se han establecido unos márgenes de seguridad. Entre ellos destacan la lactosa y el gluten.

Ausencia, bajo o sin lactosa

Las declaraciones que incluyen la definición "sin lactosa" se dirigen a un grupo de consumidores que sufren alguna variedad de trastorno específico y, como tal, deben tratarse y estar reguladas por ley. Por otra parte, el término "ausencia de lactosa", también regulado, solo se puede incluir en los preparados que contengan 10 mg de lactosa por cada 100 kcal de producto. Sin embargo, en algunos países se ha normalizado el uso de "bajo en lactosa" o "sin lactosa" para alimentos diferentes a los preparados. La realidad es que los niveles considerados como seguros difieren entre distintos países europeos.
A partir de 50 gramos al día de lactosa, es posible detectar efectos en los consumidores intolerantes
De acuerdo con esta variedad de parámetros, la Comisión Europea ha pedido a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) un nuevo dictamen sobre las concentraciones de lactosa admisibles en caso de intolerancia y de galactosemia (déficit de la enzima galactosa-1-fosfato transferasa, necesaria para poder digerir la galactosa y evitar su acumulación). Con estos nuevos informes, la Unión Europea pretende unificar la legislación entre los diferentes Estados miembros y asegurar el mismo nivel de protección para todos los consumidores.
Hasta la fecha, la información de la EFSA indica que una gran cantidad de personas intolerantes a la lactosa pueden tomar hasta 12 gramos en una ración, una cantidad que puede superarse si se consume con otros alimentos y que no provoca alteraciones o consecuencias importantes. Además, un total de 24 gramos repartidos durante el día en diferentes raciones, junto con otros alimentos, tampoco es dañino. A partir de 50 gramos al día, en cambio, son posibles efectos en los consumidores intolerantes. No obstante, en algunos casos pueden desarrollarse síntomas deintolerancia a partir de la ingesta de una dosis de 3 a 5 gramos.
Según la información obtenida de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria, el Comité de Expertos de la EFSA considera que los preparados para lactantes y las leches de continuación que indican "ausencia de lactosa", es decir, con un contenido de 10 mg/100 gr, se pueden utilizar con seguridad en la dieta habitual de los lactantes, así como en niños con galactosemia. En adultos, no es aconsejable sobrepasar el valor de 25 mg de lactosa/100 kcal al día.

Sin o bajo en gluten

Como en la lactosa, distintos estudios científicos avalan que algunas personas intolerantes al gluten tienen la capacidad de tolerarlo en pequeñas cantidades dentro de un margen limitado. Sin embargo, son muchos los consumidores que no toleran este margen. Con el fin de proteger a esta parte de la población y conseguir la máxima variedad de productos apropiados para ellos, se ha establecido el Reglamento (CE) número 41/2009, en el que se recogen dos tipos de alimentación: "sin gluten", que se aplica en cualquier alimento con un contenido de gluten inferior a 20 mg/kg, o "muy bajo contenido en gluten", aplicado a alimentos dietéticos destinados a los consumidores intolerantes al gluten, con un valor igual o inferior a 100 mg/kg. Cada consumidor puede determinar qué dosis le es perjudicial o tolerable, con la seguridad de que la etiqueta es un reflejo real del contenido en gluten.

LÍMITES MÁS PRECISOS EN EL FUTURO

En el futuro se podrán establecer unos límites más precisos acerca de los alérgenos en los alimentos. Dos programas de investigación y desarrollo, el proyecto Euro Prevall, financiado por la Unión Europea, y el Programa de Investigación de las Alergias Alimentarias, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades infecciosas de Estados Unidos (NIAID), estudian la prevalencia, el impacto socioeconómico y las bases genéticas, bioquímicas e inmunológicas de las alergias para mejorar unas limitaciones más precisas.
Éstas y otras investigaciones en el mismo campo tienen como objetivo proporcionar una información más innovadora, además de las herramientas necesarias a los organismos responsables, a profesionales sanitarios, a consumidores y a las industrias alimentarias para poder gestionar con eficacia las diferentes intolerancias y los alérgenos que las causan.






 

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